TUENTI

Queen of Darkness

ALIADOS EN LA OSCURIDAD

sábado, 6 de febrero de 2010

Capítulo 22

*NATALIA*
- ¿Natalia?
Abrí los ojos. Me había quedado dormida y Ana y Sara ya habían vuelto.
- Estoy aquí. –grité desde la cama.
Entraron y me mostraron lo que llevaban en una bolsa. Mi abrigo.
- Gracias, no quería tener que ir a buscarlo. ¿Y lo otro?
- No lo hemos encontrado, lo siento. –dijo Ana.
- En realidad no lo hemos buscado. No hemos entrado en la habitación de Marcos. –confesó Sara.
- Pues yo no pienso ir. Si lo encuentra que se lo quede.
- Claro, como recuerdo… -oí que decía Sara mientras se reía.

*ANABEL*
Se lo iba a decir todo a Verónica. Tenía que saber lo que había hecho.
- Quería habértelo contado antes, pero no tenía valor.
- ¿Qué le has hecho a Marcos?
- ¿A Marcos? Nada. Pero a su mejor amigo le he hecho mucho daño.
- ¿Su mejor amigo no es Aarón?
- Sí. No sé si recuerdas que te dije que lo único que sentía por él era preocupación…
- Sí, me acuerdo. ¿Y qué? Yo también me preocupé por lo que le había pasado. –me interrumpió, sin saber aún qué quería contarle.
- Lo sentía, sobre todo, porque lo que pasó fue culpa mía. –su cara era una interrogación- ¡A ver, Verónica, que quien le atropelló fui yo!
- ¿¡Qué!? ¿Cómo que…? Pero… ¿Y se lo has contado a Marcos?
- ¡No! ¿Cómo se lo voy a haber contado? Ni siquiera sé si es por eso por lo que está enfadado conmigo. Cuando fui a ver a Aarón al hospital le noté raro, me hacía demasiadas preguntas sobre mi coche… Creo que me reconoció al volante.
- Pero, ¿por qué te fuiste? Fue un accidente, ¿no? Podías haber bajado del coche y quedarte con él, y llamar a una ambulancia… ¿Sabes que puedes ir a la cárcel por atropello y fuga? Le podías haber matado, ¿no te das cuenta?
- Lo sé, lo sé. Es que acababa de salir de la casa de un chico al que ellos conocen, y puede que me vieran cuando salí.
- ¿Y qué? ¿Y ése es un motivo para abandonar a tu novio en medio de la carretera? ¿Quién es ese chico?
- ¡ese chico es con quien le llevo poniendo los cuernos a mi novio desde que empezamos a salir!
- ¿¡QUÉ!?
Mi móvil empezó a sonar. Descolgué sin mirar el número, una mala costumbre.
- ¿Diga? –aquella voz empezó a decir cosas que apenas entendí, pero supe quién era y dónde estaba- enseguida estoy allí.
La persona que me había llamado colgó sin darme tiempo ni de despedirme.
- Me tengo que ir, Verónica. Mi madre está aquí.
Me marché dejándola sin poder reaccionar, asimilando aún las últimas palabras de nuestra conversación.

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