TUENTI

Queen of Darkness

ALIADOS EN LA OSCURIDAD

martes, 2 de febrero de 2010

Capítulo 14

*ANA*
Natalia había salido hacía mucho tiempo de la habitación, diciendo que iba al servicio.
- ¿Dónde habrá ido a mear?
- Ana, por favor, ¿de verdad te has creído que iba al servicio? Ésta se ha ido a ver a Aarón, seguro.
- ¿Vamos a ver si está allí?
- Bueno, como quieras, pero ya te digo que está allí.
Salimos de la habitación de Natalia, recorrimos el pasillo y llegamos a la de Aarón, quien ya estaba despierto. A su lado se encontraban únicamente Jonathan y Eduardo.
- ¿Y Natalia?
- Se fue hace unos veinte minutos. Nada más irse, salió Marcos. No sé si con ella o por otro lado…
- ¿Qué tal te encuentras?
- Apenas siento mi cuerpo. Parece que los calmantes que me han dado son potentes…
- Sí, pues ya verás cuando se te pase el efecto, chaval. Desearás que quien te ha dejado así hubiera rematado la faena.
- ¡Jonathan, no seas bestia! Le va a doler todo, sí, pero ha tenido mucha suerte. Dije, mientras él se reía.
- Era una broma, mujer…




*NATALIA*
Después de hacerme varias pruebas para comprobar el rendimiento de mi cerebro, decidieron que podía volver a casa. Sólo tenía un pequeño chichón por el golpe de la caída. Mi cabeza funcionaba perfectamente, al menos como antes del desmayo.
Aarón siguió en el hospital un tiempo más, ya que tenían que curarle las heridas y observar su evolución. Ana y Sara iban cada dos días a verle, mientras yo esperaba en casa. Cuando volvían me contaban cómo se encontraba.
Le dieron el alta dos semanas después que a mí. Ya apenas tenía vendajes, pero estaba lleno de heridas, que no tenían mal aspecto. Su pierna izquierda seguía escayolada, por lo que llevaba muletas, lo que hacía que sus amigos se burlaran de él, pues no las manejaba bien.

Oía a mis amigas hablar de celebrar la vuelta de Aarón a su casa. Comentaban algo de una fiesta, pero a mí no me dijeron nada, aunque yo no me sentía en condiciones de acudir a ninguna celebración, y menos sabiendo que Aarón estaría allí.

Un día, mientras estaba en mi habitación leyendo, sonó el timbre. No me molesté en ir a abrir la puerta, ya que Ana estaba en el salón. La oí hablar con alguien y cerrar. Pensé que quien había llamado se había marchado ya, pero entonces alguien golpeó mi puerta. Dejé el libro sobre el escritorio y fui a abrir, pues tenía puesto un candado para no ser molestada.
La persona que estaba al otro lado permanecía de espaldas a mi puerta, pero reconocería esa melena rubia aunque estuviese en la otra punta del mundo.
- Hola Marcos.
- Me gusta ese cuadro. ¿Lo has hecho tú?
Estaba observando un cuadro de un paisaje que había enfrente de mi habitación. Se giró y me sonrió.
- No, no lo he hecho yo. Cuando empecé a vivir aquí ya estaba. A mí también me gusta, es bonito. –dejé de mirar el bosque que se alzaba en la pared y le miré a él- ¿Quieres pasar?
Entramos en la habitación y cerré, esa vez sin candado. Me senté en la cama y le invité a acompañarme.
- Bueno, ¿y a qué se debe esta visita?
- ¿No puedo venir a verte sin un motivo concreto?
La incredulidad de mi cara hizo que nos riéramos.
- Vale, está bien, me has pillado.
- ¿Has venido a pedirme algo? Te aseguro que no tengo nada, lo puedes comprobar por ti mismo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario