TUENTI

Queen of Darkness

ALIADOS EN LA OSCURIDAD

martes, 2 de febrero de 2010

Capítulo 17

*SARA*
Marcos había llamado a Natalia y llevaban más de dos horas hablando, bebiendo y bailando.
La última vez que los había mirado volvían a estar sentados en el sillón de cuero donde antes estaba Marcos solo.
Los dos llevaban encima unas cuantas copas.
- ¿No crees que Natalia ha bebido demasiado? Me parece que ahora mismo no es consciente de lo que está haciendo. –me dijo Ana, algo preocupada.
No sabía a lo que se refería, por lo que los volví a mirar.
Apenas podía distinguir dónde empezaba la boca de Natalia y dónde terminaba la de Marcos, de lo juntas que estaban. Casi podía oír el tintineo de sus campanillas…
Ella estaba sentada encima de él, quien tenía la camisa totalmente desabrochada.
Ana y yo nos miramos y les volvimos a observar.
Mientras una mano de Marcos sujetaba a Natalia por la espalda para pegarla más a él, la otra mano ascendía pro su pierda subiéndola el vestido.
Entonces, sin dejar de besarla, la cogió en brazos, levantándose del sillón. Recorrió un pasillo y entraron en una habitación, cerrando la puerta tras de sí.

*NATALIA*
No parábamos de besarnos. Parecía que sus labios me llamaban, y yo respondía a esa llamada.
Me había cogido en brazos y ahora nos encontrábamos en una habitación. Continué besándole, pero abrí los ojos un momento. Al fondo de esa habitación había una gran cama, donde me encontré tumbada casi sin darme cuenta.
Le quité la camisa, que le había desabrochado anteriormente. Sus manos ascendieron por mi cuerpo hasta llegar a la cremallera del vestido, que me bajó en menos tiempo del que se necesita para un suspiro, dejándome enseguida en ropa interior.
Gracias a mi habilidad estuvo enseguida desnudo, y al poco tiempo yo también...

*MARCOS*
Me desperté. Estaba desnudo y me dolía la cabeza. La luz entraba por la ventana cegándome. Me hacía daño la sola idea de abrir los ojos, por lo que me levanté a tientas para bajar un poco la persiana. Consulté el reloj. Las doce.
Miré a la cama. Estaba vacía.
Me puse unos calzoncillos y un pantalón del chándal y salí.
Fui a la cocina, de la que venían voces. Al entrar vi a Jonathan, Eduardo, Ana, Sara y Natalia.
- ¡Buenos días, campeón! –gritó Jonathan.
- Calla, joder, que estoy de resacón… -dije en susurros, y miré a Natalia, que miraba al suelo.
- Estas chicas se quedaron anoche a dormir aquí, porque no estaban en condiciones de volver a casa, aunque tú eso ya lo sabes, ¿no?
- ¿Eh…?
- ¿No sabes en qué has empleado la noche? –preguntó Sara.
Miré a Natalia, que ahora me miraba a mí.
- Me lo imagino…

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