TUENTI

Queen of Darkness

ALIADOS EN LA OSCURIDAD

martes, 25 de mayo de 2010

Capítulo 47

*AARÓN*

Tras quince minutos conduciendo había llegado a casa. Nada más entrar mis zapatos habían volado cada uno en una dirección. Entré en mi habitación, me desvestí y me metí en la ducha. Abrí el grifo del agua fría y me puse debajo del chorro, que caía con fuerza sobre mí.

Aún podía sentir las caricias de Natalia sobre mi piel y sus labios rozando los míos… Años y años soñando con su cuerpo y al fin se había hecho realidad, pero mi felicidad se había esfumado en cuanto Marcos entró en la habitación. No me importaba haber tenido que esconderme en el armario, incluso me parecía interesante llevar lo mío con Natalia en secreto pero… Era como si siguiera contemplando aquella escena desde el interior del mueble de madera. Recordaba cada beso, cada roce… Por mi garganta surgió un grito que podía parecer incluso un rugido, de la rabia que contenía.

Seguí bajo el agua unos diez minutos más y, cuando me conseguí tranquilizar, salí. Volví a mi cuarto y me miré en el espejo de cuerpo entero que había junto a la cama. En mi cuerpo se notaba el tiempo que le había dedicado siempre al deporte, dando forma a mis músculos y fortaleciéndome. Mis nudillos estaban tirantes por la fuerza con la que cerraba los puños, y mi mandíbula los acompañaba tensándose. El pelo, mojado, volvía a caer sobre mis hombros como años atrás y se notaba que hacía unos días que no me afeitaba. Lo único que le quitaba agresividad a mi apariencia, con la toalla atada a la cintura, era la tristeza de mis ojos verdes…

*ANABEL*

Verónica se había marchado de vuelta al instituto, al menos eso me había dicho, y yo permanecía sentada en el único sillón de mi salón, sin nada interesante que hacer.

En esos momentos debería estar trabajando, pero me habían despedido, por eso había podido atender a la hermana de Natalia.

Contemplé un momento la televisión apagada y me levanté. Cogí las llaves del coche, una cazadora, el bolso y salí de casa.
Después de cinco minutos en el coche, llegué a mi objetivo.

*LYDIA*

- Verónica, ¿qué haces aquí? Creí que estarías en clase.

Me encontraba sola en casa, pues Cristina y Ruth habían ido a comprar, hasta que el timbre había sonado.

- Sí, debería estar en clase, pero no me apetecía demasiado. –se rió- ¿Puedo pasar?
- Por supuesto, pasa.

Pasamos a la cocina, donde momentos antes me encontraba haciendo la comida, y se sentó en una silla.

- Bueno, dime, ¿a qué has venido?
- Tengo algo muy interesante que contarte, Lydia.

Me giré intrigada.

- ¿De qué se trata?

Jugó con una de las naranjas del frutero que reposaba sobre la pequeña mesa de metal antes de empezar a relatarme su historia.

- Vengo de casa de mi hermana. No de su interior, sino de la acera de enfrente…
- ¿Y eso que tiene que ver conmigo?
- Pues mucho, o eso creo.

Definitivamente abandoné la cazuela en la que se estaba cociendo la comida, no sin antes apagarlo para no preparar un desastre desentendiéndome de ella. Tras esto, me senté junto a Verónica.

- ¿Por qué no me lo dices ya y te dejas de historias?
- No seas impaciente… Lo bueno se hace esperar.
- Parece que la información que posees es muy valiosa.
- ¿Quieres que Marcos vuelva aquí? Es decir, ¿junto a ti?
- Sabes que sí, Verónica.
- Está bien… Tú no quieres a Marcos, lo sé, lo único que te interesa es… pasártelo bien con él, pero la verdad es que me importa bastante poco.
- ¿Adónde quieres llegar con todo esto? Déjate de rodeos.
- Marcos está con mi hermana y sé que quieres que eso acabe. –calló un momento- Mientras paseaba cerca del piso de Natalia, he visto salir a su novio más contento que unas castañuelas…
- No creo que acabasen de ver la televisión… ¿Por qué me cuentas todo esto?
- … y momentos después salía Aarón del mismo portal.

Pasé unos minutos buscando las distintas interpretaciones que podía tener esa frase, y sólo se me ocurrió una.

- ¿Crees que…?
- Sí, creo que mi hermana estaba con Aarón divirtiéndose y después se ha divertido con su novio. Lo que no sé es dónde se habrá metido Aarón mientras tanto, porque no creo que se haya mostrado ante Marcos…
- Ya, yo pienso igual. –me reí- Gracias por contármelo, esto cambia mucho las cosas.
- De nada, para eso estamos, amiga.

Nos despedimos con dos besos y volví a quedarme sola, pero la sensación de ese momento era muy diferente a la que sentía antes de la visita de Verónica.

domingo, 23 de mayo de 2010

Capítulo 46

*NATALIA*

No sabía qué hacer. Llevaba mucho tiempo soñando con volver a besar a Aarón, con poder sentir su piel junto a la mía, quería sentir junto a él… Pero Marcos era mi novio y le quería y también le deseaba, igual que a Aarón, ¿pero más? ¿O menos?

Me senté en la cama y me sumergí en un mar de dudas y preguntas. Había pasado dos años sola, anhelando volver con Aarón, sufriendo con la distancia y el tiempo… Había regresado junto a él y me había apartado de su lado, dejándome de nuevo en manos de la soledad, de donde me había rescatado Marcos, ofreciéndose en cuerpo y alma ante mí, y yo me había dejado llevar…

No dudaba de que los quería a los dos, pero no podía tenerlo todo. Había engañado a mi novio y volvía a hacerle daño a Aarón.

*ANABEL*

Sonreía, aunque Verónica me miraba enfadada e interrogándome.

- Así que ha conseguido volver con Natalia… -comenté tras escuchar lo que me acababa de contar.
- No es que haya vuelto con ella, no creo que estén juntos. Por lo visto Aarón y mi hermana se estaban… reconciliando –dijo poniendo cierto énfasis en la última palabra- mientras Marcos trabajaba. Él habrá ido a algo al piso y… también se lo habrá pasado bien con Natalia, por lo feliz que salía luego.
- ¿Y Aarón seguía dentro? –me reí.
- Yo no sabía que Aarón estaba allí, le vi salir un rato después que Marcos, y dudo que mi “cuñado” le haya visto, estaría muy ocupado entre las sábanas con mi hermana…
- Entonces… Aarón estaría en algún sitio…
- Anabel, no creo que se hayan montado un trío… Se habrá escondido.
- ¿Y tu hermana se ha acostado con los dos en la misma mañana? –pregunté.
- A ver… yo no estaba dentro y no he hablado con ninguno de los tres, pero no hay que ser un genio para darse cuenta de ello… -hizo una pausa- ¿Y no vas a decir nada? ¡Se ha enrollado con tu novio!

Me reí más que antes.

- Aarón y yo estuvimos hablando y se lo conté todo, y le dije que lo intentara con tu hermana… Yo ahora salgo con Fran.

Me miró con sorpresa.

- ¿Se lo has contado…TODO?

Mi rostro se ensombreció.

- No… Todo no…

sábado, 22 de mayo de 2010

Capítulo 45

*VERÓNICA*

Me había fugado del instituto y estaba dando una vuelta por la zona. Entonces me di cuenta de que había llegado al barrio en el que vivía mi hermana, y de que allí se encontraba aparcado el coche de Marcos. En la acera de enfrente había otro vehículo que creía conocer, pero no sabía de qué.

Me senté en un banco que había allí y quedé oculta por ese coche que me resultaba familiar, por lo que si mi hermana se asomaba no me vería.

No llevaba mucho tiempo cuando la puerta del portal se abrió al otro lado de la calle. El novio de Natalia salió con una sonrisa de oreja a oreja y se montó en su coche negro antes de marcharse a gran velocidad.

*NATALIA*

Me había despedido ya de Marcos, a la puerta de la casa, cuando volví a mi habitación, aún sin vestir. Entré y junto a mi cama se encontraba Aarón, quien ya se había puesto la ropa y me miraba con enfado.

- Ya he visto lo bien que te lo has pasado… -miró su reloj- Las doce y media… Una mañana completa, ¿eh Natalia?
- Aarón…
- No, no te preocupes. Ya me voy acostumbrando a que todos hagan conmigo lo que quieran… No es ninguna sorpresa.
- No he podido hacer nada, ha sido él…
- Sí, claro, ya he visto lo mal que estabas, te ha obligado a desnudarle y todo.
- Es mi novio –le recordé.
- ¿Y yo qué soy?
- Tú no eres nada…

Fui consciente enseguida de que había sido muy brusca, pero en sus ojos no había nada que me indicase su estado de ánimo.

- No soy nada… Pues yo que tú revisaría el marco de la puerta, que creo que lo ha astillado con los cuernos…

Pensé que se iba a marchar enfadado y no volvería a acercarse a mí. Sin embargo, me acarició la mejilla y me besó suavemente en los labios antes de dejarme sola en mi habitación e irse.

*VERÓNICA*

Estaba a punto de levantarme del banco cuando la puerta volvió a abrirse. Fue en ese momento en el que me di cuenta de que sí conocía al dueño del coche rojo que tenía frente a mí.

Aarón no salía con la felicidad que mostraba Marcos unos minutos antes, sino que parecía algo enfadado. Por la ventana del piso más bajo vi a mi hermana asomada observando la marcha de Aarón.

Me escondí detrás de unos arbustos que había cerca del banco y oí el coche arrancar e irse. Salí de mi escondite y me fui, sin pararme siquiera a comprobar si Natalia seguía en la ventana.

Llamé a Anabel para preguntarle cuándo nos podríamos ver y me indicó que estaba en su casa en ese momento. Veinte minutos después me encontraba llamando al timbre.
Pasé al interior y empecé a hablar.

sábado, 15 de mayo de 2010

Capítulo 44

*MARCOS*

Había llamado ya unas cuantas veces al timbre. Estaba a punto de marcharme cuando la puerta se abrió ante mí, mostrando a Natalia envuelta en toallas.

- Ya creí que no estabas…
- ¿No deberías estar trabajando, Marcos?
- Te he estado llamando durante media hora y, como no me cogías el teléfono, creí que te había pasado algo.
- Estaba en la ducha, ni siquiera sabía que me habías llamado.
- No tienes el pelo mojado… Y estás sudando completamente…
- Es que estas toallas dan mucho calor. Y el pelo… me lo lavé ayer.

Hice intención de pasar y me lo impidió.

- ¿No tienes trabajo?
- Jonathan me cubrirá un rato…

Sonreí con picardía y la besé en los labios, haciendo que cediera a dejarme pasar.

- Enseguida vuelvo, me voy a vestir.

*NATALIA*

Llegué a la puerta de mi habitación seguida por Marcos, quien me cogió por la cintura y me besó el cuello.

- ¿Y no me vas a dejar acompañarte mientras te vistes? Te he visto muchas veces desnuda, y me encanta…

Mientras seguía besándome me acarició la pierna, ascendiendo poco a poco y retirándome la toalla.

- Marcos… para ya… Entra si quieres, pero estate quieto.

Entramos y eché un rápido vistazo al armario. Había una pequeña rendija abierta, pero apenas se notaba.

- ¿Y eso?

Me di la vuelta lentamente, sin saber qué me podía encontrar. Seguí la dirección de la mirada de Marcos y lo vi. En el suelo, junto a la cama, se encontraban los calzoncillos de Aarón. Los nervios se apoderaron de mí, pero supe reaccionar rápido.

- Hace un par de noches Sara estuvo aquí con alguien, no sabía que eso estaba ahí… Ya se lo diré luego.
- ¿Y por qué en tu cama?
- Es la primera habitación desde la puerta de entrada, supongo que no les apetecería ir más lejos.
- No está hecha la cama…
- Me he levantado tarde y he ido directa a la ducha.

Se sentó en la cama y me acercó a él, colocándome sobre sus piernas, cara a cara. Me besó como nunca lo había hecho y desenrolló la toalla que cubría mi cuerpo desnudo. La fuerza de su beso aumentaba a medida que mis manos desabrochaban los botones de su camisa.
Se levantó de mi cama y me tumbó boca arriba antes de terminar de desvestirse. Me besó completamente antes de que nuestros cuerpos se fundieran sobre la cama que pocos minutos antes había presenciado una escena similar con otro hombre, tan diferente y tan parecido en cuanto a provocar sensaciones en mí…

viernes, 14 de mayo de 2010

Capítulo 43

*MARCOS*

Llevaba media hora intentando hablar con mi novia, pero no cogía el teléfono. Mi desesperación iba en aumento mientras Jonathan se burlaba de mí.

- Te he dicho que estará dormida, Marcos, déjala tranquila.
- No creo que esté dormida, se suele levantar cuando Ana y Sara se marcan, estoy seguro.
- Bueno, tal vez haya decidido quedarse más tiempo en la cama. No te preocupes.
- ¿Que no me preocupe? ¿Y si le ha pasado algo?

*JONATHAN*

Y volvió a llamar una y otra vez, hasta que finalmente soltó el teléfono. Pensé que lo dejaría correr, pero me equivocaba. Se puso la cazadora y cogió las llaves del coche.

- No pienso estar aquí fingiendo que trabajo mientras estoy preocupado por mi novia.

Me reía de él únicamente por la cara que ponía, pero no porque me hiciera gracia la situación. Yo también comenzaba a darle vueltas a la cabeza. Marcos tenía razón en lo de que Natalia se solía levantar pronto, y ya eran cerca de las once. Algo no estaba bien, pero no le dije nada a mi amigo, pues ya estaba suficientemente preocupado.

- Está bien, vete. No creo que venga el jefe, pero si viene le diré que estás haciendo un encargo, o algo así.
- Gracias tío. Espero tardar poco. Sólo quiero asegurarme de que está bien.

*NATALIA*

No sabría describir lo que estaba sintiendo en ese momento. Las caricias de Aarón, sus besos, el calor que sentíamos, la pasión de nuestros cuerpos desnudos, nuestras respiraciones aceleradas… Todo ello formaba un ardiente cóctel que parecía unirnos como el mejor de los adhesivos.
Siempre había soñado con esa situación: Aarón y yo entre las sábanas uniéndonos en una danza de placer y deseo.

Un rato después, exhaustos, reposamos sobre el colchón. Apenas nos despegamos y Aarón no cesó de acariciarme mientras me abrazaba contra su pecho. Alcé la cabeza, le besé el cuello y después los labios.

Nuestros labios seguían uniéndose cuando algo nos interrumpió. Otra vez el estruendoso sonido del timbre.
Posé un dedo sobre la boca de Aarón, pidiéndole silencio y escuché atentamente. Entre timbrazo y timbrazo oía una voz que pronunciaba mi nombre. Presté más atención y el pánico invadió mi cuerpo.

- Marcos… -pronuncié casi sin producir sonido.

Empujé suavemente a Aarón para que se levantase de la cama.

- ¿Ahora te importa lo que piense Marcos? –me susurró.
- Te recuerdo que es mi novio.
- Y yo te recuerdo que te acabas de acostar conmigo.

Le lancé una mirada suplicante que entendió a la perfección. Cogió toda su ropa y se metió en mi armario.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Imágenes de la historia






Dentro de unos días pondré la ganadora como cabecera del blog. Las votaciones acaban el domingo

jueves, 6 de mayo de 2010

Capítulo 42

*AARÓN*
Unos segundos después de llamar, la puerta de madera se abría ante mí. Al otro lado del umbral se encontraba la morena de mis sueños, mirándome sin reflejar ninguna sensación en su recién despertado rostro. Ni siquiera parecía sorprenderse de mi presencia en su casa a aquella hora.
Sin decir nada se apartó y me dejó el camino libre permitiéndome pasar al interior. Se sentó en un sofá y yo la imité. Permanecimos uno frente al otro durante un tiempo que bien podrían ser segundos, minutos o incluso horas, pues no me cansaría de observarla en silencio ni aunque pasasen varios días, y el tiempo corría ajeno a mí.
Por primera vez en varios días sentí que sí tenía posibilidades con ella, pues yo no era el único que no apartaba la mirada. Parecía que ya no estaba tan enfadada.
Entonces ocurrió algo que me sorprendió en gran medida. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se sentó a mi lado.

- Según creo estás muy enfadada conmigo por todo lo ocurrido… -dije al fin.
- ¿Tú crees que si estuviera enfadada estaría a tan poca distancia de ti? Ni siquiera te habría permitido entrar en mi casa.

Todo aquello me extrañaba, pero no me molestaba ni un poco, en realidad me encantaba. Nunca había visto así a Natalia, al menos conmigo.
Cada vez estaba más cerca de mí, entonces su pierna tocó la mía…

*JONATHAN*
No llevábamos ni siquiera una hora trabajando y ya no podía más. Tantos días de fiesta habían acabado conmigo, y parecía que a Marcos le ocurría lo mismo.
Dejé el ordenador que estaba intentando reparar sin éxito, y miré a mi compañero. Le faltaba un suspiro para quedarse dormido de pie.

- ¡Ey, Marcos! –pegó un bote –Creo que deberíamos trabajar un poco. ¿Tú qué opinas? –me reí.

Al fin se movió y cogió una silla que estaba a mi lado.

- Puede que tengas razón, pero no me puedo concentrar…
- ¿Te pasa algo?

Me miró.

- Ahora mismo lo único que me apetece es estar en casa con Natalia…
- ¿Quieres saber mi opinión? –asintió –Creo que deberíais dejar a la cama descansar un poco.

Nos reímos un momento y se levantó.

- Voy a llamarla, necesito oírla aunque sea por teléfono…
- Pero si estáis todo el día juntos, ya la verás luego… Además, estará dormida.

Aun así, cogió el teléfono y llamó.

*NATALIA*
El teléfono llevaba sonando unos diez minutos, pero no tenía ninguna intención de descolgar. Si era importante llamarían más tarde. En ese momento estaba verdaderamente ocupada.
Las sábanas de la cama se pegaban a mi cuerpo mientras Aarón recorría cada milímetro de mi piel con sus manos y sus labios…
Poco a poco la temperatura subía en la habitación haciéndonos desear la unión de nuestros cuerpos más que cualquier otra cosa en el mundo.
Sentía su cuerpo desnudo sobre el mío mientras su boca ascendía por mi cuello haciéndome enloquecer de deseo. Nuestras bocas se unieron con ansia y nuestras lenguas se fusionaron apasionadamente.
Entonces me colocó encima de él y me hizo sentir viva…

martes, 4 de mayo de 2010

Capítulo 41

*AARÓN*
Tras mi conversación con Anabel, había pensado mucho en ello, teniendo en cuenta su consejo de intentarlo con Natalia.
Una tarde había decidido ir a casa de los que habían sido mis amigos durante años, de los que me había separado y a los que extrañaba. Afortunadamente, cuando llegué estaban los tres en el interior de la vivienda. Creí que Marcos me echaría de allí o que no me escucharía, pero fijó su atención en mí y no pronunció palabra alguna, mirándome incluso con algo de interés. Aproveché aquel momento para disculparme.
Jonathan y Eduardo me perdonaron enseguida, haciendo incluso bromas respecto a mi seriedad y riéndose a mi costa. Marcos, sin embargo, parecía que no estaba dispuesto a ceder tan fácilmente. Me recordó el puñetazo que había recibido por mi parte y me aseguró que Natalia estaba muy dolida conmigo. Eso fue lo que más me dolió, además de enterarme de que estaban juntos. Supe enseguida que mis pocas posibilidades se habían convertido en nulas, pero en ese momento mi objetivo era otro.
Si me encontraba en aquel lugar era para hablar con ellos y arreglar mis diferencias con el nuevo novio de Natalia.
Dos días después, todo volvía a la normalidad entre nosotros, hasta el punto de que me invitaron a las fiestas con las que pretendían celebrar el fin de año y el nuevo comienzo. A diferencia de en la fiesta que organizaron con motivo de mi salida del hospital, en esta ocasión únicamente me encontré con amigos que sí conocía: los tres anfitriones, Natalia y sus amigas. Además, les había comentado que podían invitar a Anabel, y lo hicieron, a ella y a su novio Fran, a quien realmente no le guardaba rencor.

Mis ojos no parecían querer despegarse de la figura de Natalia, me gustaba verla moverse al ritmo de la música que flotaba en el ambiente. El vestido negro que vestía atrapaba mi atención, encerrándome entre paredes de desesperación y deseo. Ni siquiera detenía mi observación cuando Marcos se acercaba a ella y jugaba con su cuerpo siguiendo su mismo ritmo.
Sabía que ella me miraba también durante extensos periodos de tiempo y eso hacía que las pareces me acosaran aún más, derribando mis defensas y haciéndome sentir impulsos de rozar su piel y de sentirla junto a mí.

Los siguientes días me había torturado en mi casa, recordando aquellas noches de música, baile, alcohol y fogosidad…
Mis noches se habían llenado de sueños en los que la protagonista era Natalia, tentándome a unirme a ella, y las horas de luz hacían que me consumiera entre recuerdos y fantasías que posiblemente nunca se harían realidad.

Ya se habían acabado las vacaciones y las fiestas, enviándonos a todos de vuelta a nuestras respectivas vidas y separándonos en gran parte.
Sabía que Natalia, al igual que yo mismo, no trabajaba, por lo que estaría sola a la mañana siguiente.
La oscuridad había teñido la ciudad, pero mi lucha contra el sueño había concluido con mi victoria, a pesar de que necesitaba descansar al menos un par de horas.

*NATALIA*
Me levanté a las nueve y mis compañeras de piso ya se habían marchado a trabajar.
No tenía nada que hacer, por lo que encendí el televisor. Nada, no había nada, así que lo apagué y me dediqué a pensar.

Había visto a Aarón muy pendiente de mí, y a Anabel con otro chico, que Ana me había dicho que era su novio. Aarón volvía a estar soltero, y parecía que estaba interesado en mí, pues en las fiestas no me había quitado ojo.
Esa información tal vez me hubiera alegrado dos meses atrás, pero no en ese momento, pues yo estaba con Marcos.

Por otra parte… nunca había dejado de pensar en Aarón, no podía engañarme. Sus ojos verdes estaban siempre presentes en mi memoria, incluso en mis sueños, y sus labios… añoraba sus labios. Anhelaba encontrarme entre sus brazos, sintiendo su calor y adivinando sus músculos a través de las camisetas ajustadas que solía llevar. Siempre me había hipnotizado el contorno de su cuerpo…

Un sonido breve pero intenso interrumpió mis fantasías. El timbre.