TUENTI

Queen of Darkness

ALIADOS EN LA OSCURIDAD

martes, 2 de febrero de 2010

Capítulo 11

*AARÓN*
Natalia estaba allí, podía oírla. Pero no podía llamarla. No podía moverme. ¿O sí? Intenté mover una mano y lo conseguí. Mis pensamientos ya no formaban parte de ese mundo en el que sólo estaba yo, escuchando todo lo que decían y consciente de las personas que tenía a mi alrededor, pero incapaz de moverme. En ese momento estaba consciente de verdad.
Me desperté poco a poco. Ya sabía quiénes estaban a mi alrededor, pero miré igualmente para situar sus posiciones. A mi derecha estaban Jonathan y Marcos, cerca de la ventana. A mi izquierda estaba Eduardo. Y enfrente de mí, en la puerta, Natalia.
Mis ojos no estaban completamente abiertos, por lo que disimulaba un poco y podía mirarlos sin que se notara mucho. Entonces los abrí del todo y Natalia se dio cuenta, ya que era la única que me miraba a mí, los demás la miraban a ella.
- ¡Aarón!
Y se acercó a mí rápidamente. Me abrazó con cuidado de no hacerme daño, pues estaba vendado casi de pies a cabeza, a excepción de mi pierna izquierda, que estaba escayolada.
Se dio cuenta de lo que había hecho, tal vez recordando nuestra discusión, y se apartó, completamente roja, volviendo a la puerta.

Mis amigos ya me miraban a mí, por supuesto. Sonreían. Yo también sonreí, al menos ésa era mi intención, ya que en mi cara sólo apareció una mueca de dolor.
- ¿Y Anabel?
Sabía que había estado a mi lado, pero no sabía por qué se había ido, ni por qué no estaba allí en ese momento, viéndome despertar. Ella no estaba y Natalia sí.

*NATALIA*
Se había despertado. Eso quería decir que estaba mejor. Era buena señal.
Yo no debería estar en ese momento en esa habitación. Habíamos discutido y seguramente él seguía enfadado conmigo. Y para colmo no se me había ocurrido otra cosa que abrazarle, abrazo que no había sido correspondido.
Él sólo quería ver a su novia, por eso nada más despertar había preguntado por ella, yo no le interesaba. Ya no.
- Creo que debería marcharme. No pinto nada aquí. Me alegro de que te hayas despertado.
Ni siquiera podía mirarle a la cara. Me avergonzaba de mis actos pasados.
Como nadie decía nada me di la vuelta y me marché.

Cuando ya estaba en el pasillo, lejos de la habitación de Aarón, oí una voz detrás de mí que me llamaba. Era Marcos. Me giré sorprendida.
- ¿Desde cuándo me hablas? –le pregunté, sin entender nada.
- Pues desde que me he dado cuenta de que mereces más la pena quela novia de mi mejor amigo. Siento mucho lo mal que me he portado contigo. Me gustaría que nos lleváramos bien.
¿Cómo? ¿Marcos, una de las personas que más me odiaban, quería ser mi amigo? Había algo que no cuadraba.
- ¿Y por qué dices eso de Anabel? No es que me caiga precisamente bien, pero pensé que a ti sí.
- A nosotros tres sólo nos caía bien porque nos presentó a sus amigas, pero nunca ha sido amiga nuestra. Además sé algo de ella que nadie más sabe. Es de lo que quería hablar contigo. Necesito tu ayuda. ¿Qué me dices? –dijo mientras me miraba a los ojos.
- ¿De qué se trata? –contesté sin pensármelo dos veces.

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