TUENTI

Queen of Darkness

ALIADOS EN LA OSCURIDAD

martes, 2 de febrero de 2010

Capítulo 10

*VERÓNICA*
Me arreglé, cogí mi bolso, con el maquillaje y el móvil, y salí de casa.
Había quedado a las doce en la plaza con Cristina, Ruth y Lydia, tres de mis cuatro mejores amigas. Cuando llegué ellas ya estaba allí.
- Joder, tía, siempre llegas tarde. –dijo Cristina, cansada de esperarme.
- Ya, lo siento, pero hoy tengo una excusa. He ido a ver a mi hermana al hospital. Se ha desmayado y casi se abre la cabeza.
- ¿Tu hermana está en el hospital? –ésa era Ruth, siempre repitiéndolo todo.
- Sí, y creo que su habitación está cerca de la de Aarón. ¿Anabel sigue allí?
- Acabo de hablar con ella y ya se marchaba a casa. Dice que necesita dormir un poco. Hemos quedado con ella a las siete y media, antes de que se vaya a trabajar. De todas maneras no se quedaría mucho más tiempo si no tuviera que madrugar, no le quiere tanto. –dijo Lydia, dejándolo todo más que claro.
- Ya, bueno, pero mientras esté ella con Aarón, mi hermana no podrá estar con él. Eso es lo importante.

*NATALIA*
Me dolía muchísimo la cabeza. Sentía como si cien tambores sonaran a la vez en mi cerebro. Aunque el dolor era insoportable, gracias a él conseguía no pensar, no recordar… Menuda ironía, era feliz con un dolor de cabeza.
Mis amigas seguían a mi lado, cuidando de mí, y mi hermana había venido a verme, preocupada. Debería ser feliz, pero no podía. La persona a la que más deseaba ver estaba muy cerca, pero a la vez tan lejos…

Por fin hicieron efecto los calmantes y me dormí.
“Estaba en un lugar extraño, pero a la vez conocido. Caminaba y caminaba, arañándome mis pies descalzos con las afiladas piedras del suelo. Llovía y hacía frío, mucho frío. Entonces me di cuenta de que iba en ropa interior. Me encontraba desnuda ante el mundo, sin nada para arroparme, sin nadie para protegerme.
Paré de andar y me tiré de rodillas en medio de la carretera, mirando al suelo.
Escuché voces y levanté la vista.
Ante mí aparecieron Aarón y sus amigos, con sus respectivas novias. Todos estaban alegres y muy cariñosos. No paraban de sonreír. Se pararon cuando llegaron a mi lado, pero era como si no me vieran, sólo se miraban entre ellos.
Por mi derecha apareció mi hermana, feliz, cantando como hacía cuando estaba contenta. Llegó hasta donde estaban Aarón y los demás y empezaron a hablar, todos alegres.
De detrás de mí salieron Ana y Sara, iban hablando entre ellas y se pararon a mi izquierda.
Nadie me miraba, nadie me veía, y todos eran felices. Todos sonreían.
Mientras tanto, yo lloraba…”

Me desperté de golpe. Cada imagen de mi pesadilla permanecía en mi cabeza. En realidad no era muy diferente a mi verdadera existencia, mi gris existencia. La pesadilla era real.

*JONATHAN*
Allí seguíamos, en el hospital, viendo a nuestro amigo luchando silenciosamente por vivir.
Anabel se había ido, decía que tenía algo muy importante que hacer. ¿Más importante que estar con tu novio, quien podía morir en cualquier momento?
- ¿Puedo pasar?
Los tres miramos hacia la puerta. Ahí estaba Natalia, con un vendaje alrededor de la cabeza.
- ¿Qué te ha pasado? –preguntó Eduardo.
- No me dijeron lo típico de “siéntate” antes de decirme lo que le había pasado a Aarón.
Intentó sonreír para quitar un poco de tensión, pero su mirada no se apartó de Aarón, una mirada enmarcada por unas terribles ojeras. Se notaba que el dolor de cabeza no la había permitido dormir bien.
- ¿Y qué tal te encuentras? –me sorprendió que Marcos hablara con ella.
- Bastante bien, la verdad, aunque me da vueltas la cabeza.
- ¿Has podido dormir algo? –intervine yo.
- Sí, habré dormido un par de horas, pero me he despertado bruscamente por culpa de una pesadilla.

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